El rol del estudiante universitario en la sociedad –
por Jacob Vega
Estudiante de Ingenieria
Universidad Santa Maria
Muchas veces, en todos los años que llevo como estudiante de ingeniería civil informática de una universidad tradicional, me he preguntado: ¿por qué hay ramos tan diversos en la malla de mi carrera? En búsqueda a esta interrogante, he consultado a muchos compañeros, y la respuesta es unánime: “debes ser un ingeniero integral”, o sea, “debes saber de todo”. Ahora que estoy terminando mi carrera, veo con agrado que, en efecto, he aprendido de todo un poco: tengo vasta experiencia en matemática (claro, como no si he dado cada una dos veces), en física (hasta la famosa relatividad pudo entrar en mi cabeza, un significativo logro), en ciencias de la economía y, por supuesto, mis añorados ramos de carrera, aproximadamente cuatro o cinco de cada una de las cuatro áreas que tiene, incluso de las que no me gustan.
Y, para variar, mi espíritu inquieto me lleva a preguntar otra vez ¿he logrado ser una persona integral con toda esta artillería de conocimientos? ¿Estoy preparado para enfrentar el mundo laboral? ¿Lograré el día de mañana ser un profesional socialmente responsable? Para responder a esta nueva pregunta, hago un análisis al mundo en cual me desenvuelvo constantemente, salgo de las cuatro paredes de mi universidad, y no debo ir muy lejos para ver el mundo real; sólo basta ir al cerro de Valparaíso del cual provengo, bien arriba, adonde cuesta llegar en micro, y me doy cuenta con lástima como muchas personas son víctimas de la desigualdad de este país, del sueldo mínimo “antiético” al cual están destinados y, por que no reconocerlo, de un sistema en el cual es muy difícil la movilidad social. Me doy cuenta con esto mismo que no me he formado lo suficiente, que no he logrado el nivel de integridad que buscaba al momento de elegir esta institución, no otra, y que, si bien soy “casi” el modelo de profesional que las empresas más prestigiosas buscan, no soy el profesional que la sociedad espera que sea.
Si bien nuestro país espera ingenieros preparados en todas las ramas de la ciencia, también se necesita ingenieros responsables socialmente, que comprendan la diversidad de razas que hay en el mundo, que sean la generación de recambio y los líderes del mañana, que no entren al sucio juego de quienes superponen el avance de las industrias al cuidado del medio ambiente, que agotan sin misericordia los valiosos recursos naturales que le pertenecen a las generaciones futuras; en resumen, se necesita profesionales que busquen un desarrollo sustentable real, no sólo económico, sino también social y medioambiental.
Está claro con esto que la labor formativa social que tenemos es prácticamente nula. Por lo tanto, la invitación es a que nos auto formemos en las ciencias sociales, empezando por conocer realidades ajenas a nosotros. Hay muchos afuera que nos necesitan, y de los cuales podemos aprender demasiado. Puede que al hacerlo no cambiemos el mundo, pero sí contribuiremos con un grano de arena a una sociedad más igualitaria y justa. Así, quizás algún día, los futuros alumnos de ingeniería alcancen “el más alto grado del saber humano”.
Muchas veces, en todos los años que llevo como estudiante de ingeniería civil informática de una universidad tradicional, me he preguntado: ¿por qué hay ramos tan diversos en la malla de mi carrera? En búsqueda a esta interrogante, he consultado a muchos compañeros, y la respuesta es unánime: “debes ser un ingeniero integral”, o sea, “debes saber de todo”. Ahora que estoy terminando mi carrera, veo con agrado que, en efecto, he aprendido de todo un poco: tengo vasta experiencia en matemática (claro, como no si he dado cada una dos veces), en física (hasta la famosa relatividad pudo entrar en mi cabeza, un significativo logro), en ciencias de la economía y, por supuesto, mis añorados ramos de carrera, aproximadamente cuatro o cinco de cada una de las cuatro áreas que tiene, incluso de las que no me gustan.
Y, para variar, mi espíritu inquieto me lleva a preguntar otra vez ¿he logrado ser una persona integral con toda esta artillería de conocimientos? ¿Estoy preparado para enfrentar el mundo laboral? ¿Lograré el día de mañana ser un profesional socialmente responsable? Para responder a esta nueva pregunta, hago un análisis al mundo en cual me desenvuelvo constantemente, salgo de las cuatro paredes de mi universidad, y no debo ir muy lejos para ver el mundo real; sólo basta ir al cerro de Valparaíso del cual provengo, bien arriba, adonde cuesta llegar en micro, y me doy cuenta con lástima como muchas personas son víctimas de la desigualdad de este país, del sueldo mínimo “antiético” al cual están destinados y, por que no reconocerlo, de un sistema en el cual es muy difícil la movilidad social. Me doy cuenta con esto mismo que no me he formado lo suficiente, que no he logrado el nivel de integridad que buscaba al momento de elegir esta institución, no otra, y que, si bien soy “casi” el modelo de profesional que las empresas más prestigiosas buscan, no soy el profesional que la sociedad espera que sea.
Si bien nuestro país espera ingenieros preparados en todas las ramas de la ciencia, también se necesita ingenieros responsables socialmente, que comprendan la diversidad de razas que hay en el mundo, que sean la generación de recambio y los líderes del mañana, que no entren al sucio juego de quienes superponen el avance de las industrias al cuidado del medio ambiente, que agotan sin misericordia los valiosos recursos naturales que le pertenecen a las generaciones futuras; en resumen, se necesita profesionales que busquen un desarrollo sustentable real, no sólo económico, sino también social y medioambiental.
Está claro con esto que la labor formativa social que tenemos es prácticamente nula. Por lo tanto, la invitación es a que nos auto formemos en las ciencias sociales, empezando por conocer realidades ajenas a nosotros. Hay muchos afuera que nos necesitan, y de los cuales podemos aprender demasiado. Puede que al hacerlo no cambiemos el mundo, pero sí contribuiremos con un grano de arena a una sociedad más igualitaria y justa. Así, quizás algún día, los futuros alumnos de ingeniería alcancen “el más alto grado del saber humano”.
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